Juicios por abuso sexual entre familiares
El abuso sexual en el contexto familiar es la modalidad de violencia contra niños y adolescentes que provoca mayor indignación, considerando las circunstancias tan tristes en que ocurre normalmente.
Además de las fragilidades física, psicológica y cronológica inherentes a las víctimas, se practica en la mayoría de los casos contra niñas.
Generalmente es por un hombre que disfruta de la confianza de la familia, a las que están vinculadas por afecto, confianza o relaciones de dependencia.
Inicios
Reconocido como delito, el abuso sexual en familia resulta de entendimientos equivocados que se propagan a lo largo de generaciones sobre lo que es permitido y lo que está prohibido en la sexualidad.
En que, ocupando una posición inadecuada para la edad, niños y adolescentes se utilizan para la satisfacción de una persona adulta.
La mayor prevalencia del abuso sexual en el sexo femenino tiene sus raíces a lo largo de la historia que incorpora las relaciones sociales de dominación masculina y determinan roles sociales y oportunidades desiguales entre hombres y mujeres.
La dominación masculina acentúa la sumisión y perpetuación de la violencia contra e sexo femenino, en relación con las niñas y las adolescentes.
Miedo a contar dicha situación
La situación abusiva ocurre en un juego de seducción, amenaza, chantaje y pactos de forma repetitiva, cuyo abusador utiliza de la autoridad para ejercer control sobre ellas.
Esta dinámica lleva a una confusión de los papeles de víctima y abusador: en un imaginario de miedo, una niña abusada sexualmente no consigue reaccionar ni contestar a la autoridad ejercida por su abusador.
Aunque no está de acuerdo, se siente incapaz de evitar que ocurran nuevos episodios. Por lo tanto, ninguna niña se encuentra preparada para sufrir maltrato, sobre todo, abuso sexual.
De manera que, ante las amenazas, las víctimas suelen mantener el hecho en secreto y, para amenizar las presiones del abusador, desarrollan estrategias para sobrevivir al abuso.
En estas situaciones, existe una centralidad subterránea que ocupa los espacios de la vida cotidiana de niñas y adolescentes y oculta esta vivencia por un tiempo diferente para cada una de ellas.
Pistas dadas
Ellas dan pistas de sus experiencias, por medio de pequeños gestos y actitudes aparentemente sin importancia, que a menudo pasan desapercibidos, por falta de sensibilidad de la otra parte.
Las situaciones de abuso sexual se encuadran en la modalidad de violencia clasificada como violencia banal y desencadenan formas de resistencia pasiva.
Mostrando la centralidad subterránea que se emerge de la oposición al poder del autor del abuso, en que, sin entrar en la confrontación, las víctimas se contraponen a través de diferentes mecanismos de sobrevivencia.
De modo que la vivencia de abuso sexual puede ser escenificada a través de artimañas o actitudes de pasividad, como formas de resistencia o de aceptación del destino y presentadas como aceptación de la vida, silencio, entre otros.
Patrones:
Una encuesta realizada recientemente presenta datos sobre la violencia doméstica, definida como la agresión de un hombre o una mujer contra un miembro de su propia familia (incluidos niños, abuelos, hermanos).
En el 2016 hubo un gran numero registrado de víctimas, donde el 62.5% eran mujeres.
La violencia doméstica se difunde de manera más uniforme en todas las edades, aunque se destaca el grupo de menores de 20 años, particularmente en riesgo los que tienen entre 18 y 20 años.
Aunque en términos absolutos la gran mayoría de las víctimas son españolas, la tasa por cada 1.000 habitantes es más alta entre los que viven en España.
Dentro de la familia, las madres son con mayor frecuencia víctimas de violencia (27.9%), seguidas por niños (27.1%), padres (11.2%) y hermanos (9.8%).